Capitulo VI
DISOLUCION DEL YO
Hermanos míos:
Es necesario que vosotros en esta navidad comprendáis
a fondo la necesidad de disolver el Yo.
El peligro más grande que existe en la vida, es
el de convertirnos en HANASMUSSIANOS.
Quien no trabaja en la disolución del Yo en
cada existencia se va degenerando más y más hasta que por fin deja de nacer porque
se ha convertido en Hanasmussiano peligroso.
Existen cuatro clases de Hanasmussianos:
1) Hanasmussiano de tipo cretino, demasiado
decrépito, estúpido y degenerado.
2) Hanasmussianos fuertes, astutos, perversos.
3) Hanasmussianos con doble centro de gravedad
pero que no tienen cuerpo Astral, y solo usan cuerpo Lunar.
4) Hanasmussianos con doble centro de gravedad
y cuerpo Astral.
Los Hanasmussianos de primer tipo son
verdaderos cretinos, idiotas, y degenerados sumamente perversos, pero que ya no
tienen ni siquiera fuerzas para ser perversos; esa clase se desintegra
rápidamente después de la muerte del cuerpo físico.
Los Hanasmussianos del segundo tipo continúan
retornando a este mundo en órganos del reino animal.
Los Hanasmussianos de tercer grado fueron
iniciados de Magia Blanca y adquirieren muchos poderes síquicos, pero como no
disolvieron el Yo, se extraviaron del camino y cayeron en la magia negra; Esta
clase de Hanasmussianos son como una moneda de dos caras, el anverso y el
reverso; dos personalidades internas, una blanca, otra negra, cada una de esas
dos personalidades tiene auto-independencia y síquicos poderes.
Los Hanasmussianos de cuarto tipo son
verdaderos Boddhisattwas caídos que
cometieron el error de fortificar el Yo. Estos Hanasmussianos tienen doble
centro de gravedad, la divina y la diabólica. Lo más grave de todo es que
tienen cuerpo Astral; ejemplo: Andramelek, este Hanasmussino confunde a los
invocadores inexpertos, los dos Andramelek son uno, el blanco y el negro; ambos
adeptos son opuestos y sin embargo son uno, y ambos son verdaderos maestros, el
uno de la Logia Blanca, y el otro, de la Logia Negra.
Muchos iniciados que lograron crearse los
cuerpos existenciales superiores del Ser, fracasaron porque no disolvieron el
Yo psicológico.
Esos iniciados no pudieron celebrar la navidad
del corazón, no lograron encarnar al Ser, a pesar de poseer los cuerpos
existenciales superiores, y se convirtieron en Hanasmussianos con doble centro
de gravedad.
Es necesario comprender la necesidad de trabajar con los tres factores de la
revolución de la Conciencia si es que realmente queremos la Auto-realización a
fondo.
Si excluimos cualquier factor de la revolución de
la Conciencia, el resultado es el fracaso.
Nacer, morir, sacrificarnos por la humanidad,
he ahí los tres factores básicos de la revolución de la conciencia.
Magia Sexual, disolución del Yo, caridad, este
es el triple sendero de la vida recta.
Algunos hermanos gnósticos, nos han escrito
pidiéndonos una didáctica para la disolución del Yo.
La mejor didáctica para la disolución del Yo,
se halla en la vida práctica intensamente vivida.
La convivencia es un espejo maravilloso donde
el Yo se puede contemplar de cuerpo entero.
La relación con nuestros semejantes, los
defectos escondidos en el fondo subconsciente afloran espontáneamente, saltan
fuera porque el subconsciente nos traiciona y si estamos en estado de alerta
percepción, entonces los vemos tal cual son en sí mismos.
La mejor alegría para el gnóstico es celebrar
el descubrimiento de alguno de sus defectos.
Defecto descubierto, defecto muerto; cuando
descubrimos algún defecto debemos verlo en escena como quién está viendo cine,
pero sin juzgar ni condenar.
No es suficiente comprender intelectualmente el
defecto descubierto; se hace necesario sumergirnos en profunda meditación
interior, para atrapar al defecto en los otros niveles de la mente.
La mente tiene muchos niveles y profundidades,
y mientras no hayamos comprendido un defecto en todos los niveles de la mente,
nada hemos hecho, y este continúa existiendo como demonio tentador en el fondo
de nuestro propio subconsciente.
Cuando un defecto es íntegramente comprendido
en todos los niveles de la mente, entonces este se desintegra con su pequeño
Yo, que lo caracteriza, reduciéndolo a polvareda cósmica en los mundos
suprasensibles.
Así es como vamos muriendo de instante en
instante, así es como vamos estableciendo dentro de nosotros un centro de
conciencia permanente, un centro de gravedad permanente.
Dentro de todo ser humano que no se halle en
ultimo estado de degeneración, existe el Budhata, el Principio Budista
interior, el material psíquico o materia prima para fabricar eso que se llama
Alma.
El Yo pluralizado gasta torpemente dicho
material psíquico en explosiones atómicas absurdas de envidias, codicia, odios,
celos, fornicaciones, apegos, vanidades, etc.
Conforme el Yo pluralizado va muriendo de
instante en instante, el material psíquico se va acumulando dentro de nosotros
mismos, convirtiéndonos en un centro permanente de conciencia.
Así es como vamos individualizándonos poco a
poco, desegoistiándonos, nos individualizamos.
Empero aclaramos que la individualidad no es
todo; con el acontecimiento de Belén debemos pasar a la sobreindividualidad.
El trabajo de disolución del Yo, es algo muy
serio, necesitamos estudiarnos así mismo profundamente en todos los niveles de
la mente; el Yo es un libro de muchos tomos.
Necesitamos estudiar nuestros pensamientos,
emociones, acciones de instante en instante sin justificar ni condenar,
necesitamos comprender íntegramente en todas las profundidades de la mente, todos
y cada uno de nuestros defectos.
El Yo pluralizado es el subconsciente; cuando
disolvemos el Yo, el subconsciente se convierte en consciente.
Necesitamos convertir el subconsciente en
consciente y eso solo es posible logrando la aniquilación del Yo.
Cuando el consciente pasa a ocupar el puesto de subconsciente,
adquirimos eso que se llama conciencia continua.
Quien goza de conciencia continua vive a todo
instante consciente no solo en el mundo
físico, sino también en los mundos superiores.
La humanidad actual es subconsciente en un
noventa y siete por ciento y por ello duerme profundamente no solamente en el
mundo físico, sino también en los mundos suprasensibles durante el sueño del
cuerpo físico y después de la muerte.
Necesitamos la muerte del Yo, necesitamos morir
de instante en instante, aquí y ahora, no solamente en el mundo físico, sino
también en todos los planos de la Mente Cósmica.